¿Quién es el consumidor del futuro?
Los consumidores ya no encajan en los arquetipos tradicionales. Algunos de los consumidores más influyentes del mañana están actualmente desatendidos.
1. Jóvenes en los mercados emergentes. Para 2030, el 75 por ciento de los consumidores en los mercados emergentes tendrán entre 15 y 34 años. Nuestros datos indican que estos consumidores pueden ser optimistas sobre la economía y estar dispuestos a gastar.
Dentro de este grupo, los consumidores jóvenes de entre 18 y 24 años de países asiáticos y de Medio Oriente, como India y Arabia Saudita, serán especialmente importantes para las empresas de consumo, dada su demanda acumulada y su disposición a gastar. Estos consumidores manifiestan un fuerte deseo de gastar en productos premium, hasta el punto de que es dos veces más probable que opten por marcas y minoristas más caros –lo que se conoce como trade up– que los consumidores jóvenes de las economías avanzadas. También son hasta tres veces más optimistas acerca de sus respectivas economías (Gráfica 1). Este optimismo podría traducirse en mayores niveles de consumo futuro. Merece la pena señalar que los consumidores jóvenes de América Latina son menos propensos a cambiar a marcas más caras que los de otras economías emergentes.
2. Jubilados y dispuestos a gastar. El aumento de la esperanza de vida y el descenso de las tasas de natalidad, sobre todo en las economías avanzadas, están haciendo que la población mundial de personas mayores de 65 años aumente a un ritmo más rápido que la población de personas menores de esa edad.1 Sin embargo, a pesar de todos los datos relacionados con el envejecimiento de la población, a menudo se malinterpreta a los consumidores de más edad.
A pesar de las limitaciones financieras que pueden acompañar a la jubilación, los consumidores mayores de todos los niveles de ingresos están dispuestos a gastar en artículos discrecionales. En categorías experienciales como los viajes, la intención de derrochar de los consumidores de más edad es incluso mayor que la de los millennials, que históricamente han gastado mucho en viajes. Los consumidores de altos ingresos baby boomers y de la generación silenciosa (aquellos cuyos ingresos familiares superan los $100,000 dólares) constituyen una cohorte considerable en Estados Unidos, con un 30 por ciento del mercado, y son más propensos a gastar en compras discrecionales, como mejoras para el hogar y jardinería, en comparación con los consumidores de su edad con ingresos más bajos.
En los mercados emergentes, no solo los consumidores más jóvenes están dispuestos a gastar, sino también sus padres. En esos mercados, los consumidores adinerados de más edad son más optimistas, esperan gastar más en artículos discrecionales y planean darse más caprichos que los consumidores adinerados de más edad en los mercados avanzados. En uno de los ejemplos más claros, el 42 por ciento de los consumidores adinerados de más edad en los mercados emergentes2 dijeron que esperan gastar más en entretenimiento, en comparación con el 7 por ciento de consumidores de la misma cohorte en Europa3 y el 11 por ciento en Estados Unidos. Vemos una disposición similar a gastar en categorías como mejoras para el hogar, vuelos de avión y estancias en hoteles. Por lo tanto, las empresas de consumo que se dirigen exclusivamente a los consumidores más jóvenes se están perdiendo algo; ignoran a los consumidores mayores ricos por su cuenta y riesgo.
3. Los de en medio, exprimidos pero derrochadores. Prevemos que los aumentos en el costo de la vida en las economías avanzadas seguirán presionando a los consumidores de ingresos medios. Aunque la sabiduría convencional sugeriría que, como resultado, estos consumidores tomarán medidas drásticas para reducir su gasto discrecional, nuestros datos revelan algo diferente: en lugar de ello, los consumidores de ingresos medios en Europa y Estados Unidos dicen que planean derrochar en artículos discrecionales a un ritmo comparable al de los consumidores de ingresos altos.
Esta intención de derrochar aparece en varias categorías, incluidas las basadas en experiencias, como los viajes y las salidas a cenar, así como los comestibles y los bienes discrecionales. Por lo general, es de esperar que los consumidores de ingresos medios retrasen sus compras en épocas de dificultades económicas, pero nuestro estudio muestra que solo son ligeramente más propensos a hacerlo que los consumidores más ricos. Tampoco son mucho más propensos a optar por marcas y minoristas más baratos (trade down) que los consumidores de mayores ingresos.