En 2020, publicamos nuestro informe Agricultura y cambio climático (Agriculture and climate change), que identificó acciones clave que la agroindustria podría realizar para apoyar la descarbonización.1 Para este informe, nuestra investigación se ha centrado en cómo han evolucionado las medidas de descarbonización, así como en las barreras clave para su adopción, y las acciones que los partícipes de la industria y los inversionistas pueden realizar para apoyar su adopción. Al mismo tiempo, las conversaciones sobre transiciones sostenibles se han centrado cada vez más en los efectos de la agricultura en la naturaleza y la sociedad más allá del cambio climático. Por ejemplo, las tierras agrícolas cubren la mitad de todas las tierras habitables y son responsables de 70 por ciento de las extracciones de agua dulce2. Además, los sistemas alimentarios son el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad en todo el mundo, y estos sistemas tienen efectos crecientes en la integridad de la biósfera, la salud humana y el acceso a los alimentos3. Si bien el cambio climático sigue siendo el tema central de este informe, la descarbonización y las acciones para lograrlo no pueden considerarse separadas de sus impactos más amplios sobre la naturaleza y la sociedad. A lo largo del informe se destacan las compensaciones y otros beneficios asociados con las acciones de descarbonización.
Lograr una meta de 1.5° requerirá acciones que se extiendan más allá de la granja a lo largo de toda la cadena de valor. Entre estas acciones, las principales consisten en reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, adoptar cambios en la dieta y adaptar la forma en que usamos la tierra cultivable, todas las cuales son fundamentales para la descarbonización y ayudarán a la industria a satisfacer las necesidades alimentarias globales mientras se mantienen los medios de vida de los agricultores (Gráfica 1).
- • Enfrentar el desperdicio de alimentos. Aproximadamente 30 por ciento de los alimentos del mundo se pierden o desperdician cada año4. La pérdida y el desperdicio de alimentos no solo contribuyen aproximadamente entre 8 y 10 por ciento de las emisiones antropogénicas globales5, sino que también impulsan la inseguridad alimentaria y la sobreproducción, lo que a su vez contribuye a la degradación de la naturaleza. Se estima que el desperdicio de alimentos podría reducirse en aproximadamente 23 por ciento para 2050, lo que representaría aproximadamente 0.7 gigatoneladas métricas (Gt) de CO2 equivalente (CO2e)6. Para lograr estas reducciones, necesitaremos conectar mejor las cadenas de suministro, mejorar la conservación, adaptar los hábitos de compra y hacer un uso más productivo de la pérdida o el desperdicio de alimentos, creando oportunidades para los industriales en toda la cadena de valor.
- • Cambiar lo que comemos. Los cambios dietéticos ya están abriendo nuevos mercados y creando valor para los agricultores y los industriales. Los productores y consumidores pueden evitar la liberación de una cantidad sustancial de emisiones recurriendo a fuentes de proteínas alternativas, incluidos productos de origen vegetal y productos celulares y fermentados con precisión, que son casi idénticos a los productos de proteína animal. Por ejemplo, las opciones clásicas basadas en plantas emiten 12 por ciento del total de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por el ganado, y tienen una proporción menor de metano por kilogramo de producto.7 Un cambio en la dieta que abandone las proteínas animales podría salvar casi 640 millones de hectáreas de tierra, que a su vez podrían reforestarse o convertirse en lugares para otras soluciones basadas en la naturaleza8. Por supuesto, en el caso de las fuentes alternativas de proteínas, las compensaciones, entre ellas la salud humana, el acceso a los alimentos y la equidad de los agricultores, son especialmente importantes y deben considerarse adecuadamente como parte de cualquier transición.
- • Abordar el uso de la tierra con soluciones basadas en la naturaleza. Las tierras agrícolas cubren aproximadamente 4,900 millones de hectáreas, o 38 por ciento de la superficie terrestre del mundo, y se estima que representan aproximadamente 80 por ciento del cambio global en el uso de la tierra a medida que la tierra se limpia o se convierte para tierras de cultivo, producción de piensos o tierras de pastoreo9. Dada esta enorme huella de uso de la tierra, las soluciones basadas en la naturaleza, incluidas las soluciones de conservación y restauración, tienen el potencial de reducir 6.7 GtCO2e en 2050, aproximadamente 80 por ciento del potencial total de reducción10. Las mayores palancas para lograr este potencial tienen que ver con la mejora de las prácticas forestales, especialmente la restauración forestal. En particular, la adopción de muchas soluciones basadas en la naturaleza probablemente requerirá una mayor intensificación del uso de la tierra para satisfacer la demanda mundial de alimentos e incentivos adecuados para que los agricultores limiten la futura conversión de tierras.
Cambiar la forma en que cultivamos, el tema central de este informe, es fundamental para una transición exitosa. Sobre la base de nuestro trabajo anterior, hemos definido 28 medidas que pueden apoyar la descarbonización en la granja y al mismo tiempo crear valor potencial para la industria y los agricultores (Gráfica 2). En conjunto, estas medidas tienen una reducción anual de emisiones de aproximadamente 2.2 GtCO2. Muchas de estas medidas pueden implementarse con poco o ningún costo para el agricultor y tienen beneficios más allá de la reducción de emisiones, incluido el aumento del rendimiento y la biodiversidad.
Si bien existe una vía de 1.5˚ que puede crear valor para los agricultores y la industria en general, existen barreras significativas que impiden la adopción de soluciones de descarbonización a escala. Los agricultores son fundamentales para la transición hacia la sostenibilidad, pero aún no tienen incentivos suficientes para adoptar nuevos métodos y tecnologías. El rastreo de emisiones y otras acciones requieren soluciones nuevas e innovadoras para facilitar la descarbonización. Y hay mucho espacio para crecer ayudando a los agricultores a superar los desafíos de ampliar sus operaciones y mantener la rentabilidad.
Los hallazgos de este informe pueden guiar a las organizaciones de alimentación y agricultura en su transición hacia una mayor sostenibilidad. Cada intervención debe adaptarse a su contexto específico, pero en términos generales, el cambio requiere lo siguiente:
- • incentivos financieros para estimular la acción de los agricultores, ya sea a través de mercados de carbono, primas verdes, subsidios, reembolsos u otros mecanismos de financiamiento verde.
- • colaboración del ecosistema y seguimiento y trazabilidad mejorados para llevar soluciones al mercado y respaldar la monetización de los cambios en las prácticas agrícolas y la toma de decisiones de los compradores.
- • investigación e inversión para doblar la curva de costos y reducir los costos de adopción de soluciones existentes, así como apoyar el desarrollo y la ampliación de nuevas tecnologías.
La cadena de valor de la alimentación y la agricultura tiene la oportunidad de crear un ecosistema más sostenible que alimente un planeta en crecimiento y al mismo tiempo mantenga los medios de vida de los agricultores. Con medidas adaptadas y concentradas, los partícipes de la industria, los formuladores de políticas y los inversionistas pueden acelerar el camino hacia este futuro y al mismo tiempo permitir su propio crecimiento.
Si bien el camino para lograr el 1.5 no será sencillo, puede crear valor comercial real para los agricultores y los partícipes a lo largo de la cadena de valor, con beneficios ambientales adicionales más allá de la reducción del cambio climático. Se necesitarán medidas más allá de las granjas, pero existe una oportunidad real de impulsar la descarbonización en las explotaciones agrícolas y al mismo tiempo capturar valor empresarial. Es factible un futuro más sostenible para la agricultura que alimente a un planeta en crecimiento y al mismo tiempo mantenga los medios de vida de los agricultores. Y los partícipes de la industria, los formuladores de políticas y los inversionistas pueden acelerar el camino hacia el futuro y al mismo tiempo permitir su propio crecimiento.