Desde hace tiempo, las empresas buscan ampliar su crecimiento en mercados emergentes. Sin embargo, es probable que últimamente se hayan encontrado con un grupo de jugadores locales que compiten intensamente por los mismos mercados, y que ahora tienen un mejor gerenciamiento y una estrategia mucho más focalizada. Estas empresas están superando los obstáculos que las separan de las tecnologías de automatización avanzada, desde la robótica hasta el aprendizaje artificial, y están mejorando sus procesos en forma sostenida. A medida que las empresas en las economías en desarrollo generan más valor, la riqueza personal en estas mismas economías crece a un ritmo sorprendente, sobre todo en los mercados emergentes del continente asiático. Los actores en sectores como gestión de capitales tendrán que ir detrás de este dinero, o bien enfrentar una baja en su rentabilidad.
Mercados emergentes: por qué es difícil estar en la cima
Por Anu Madgavkar
La pelea por el liderazgo es un signo vital de un contexto competitivo.
Los países en desarrollo ofrecen una gran oportunidad como nuevas fuentes de crecimiento, pero también son el escenario de una nueva competencia global que sorprende por su nivel de agresividad. Las nuevas investigaciones de McKinsey Global Institute (MGI) detallan este nivel de agresividad con precisión.1
Recientemente, MGI estudió 71 economías emergentes. Dentro de esta muestra, identificó 18 economías emergentes que superaron los niveles de referencia globales, logrando un crecimiento de su PBI per cápita por encima del 3.5 por ciento en los últimos 50 años, o un crecimiento del 5 por ciento a lo largo de 20 años. Estos casos incluyen las ya conocidas historias de éxito de China y Malasia, economías que recientemente comenzaron a registrar un alto nivel de crecimiento como India y Vietnam, y economías como Etiopía y Uzbekistán, cuyo alto rendimiento pasa un tanto más inadvertido.
Uno de los resultados de la investigación que más sorprende a los ejecutivos a nivel mundial es el entorno altamente competitivo para las grandes empresas en la mayoría de estas economías de alto desempeño (cuando no en todas). Llegar a la cima y permanecer en ella parece ser mucho más difícil que en los países con ingresos altos, y solo sobreviven los más fuertes.
Por ejemplo, según el análisis de MGI (ver gráfico), menos de la mitad (45 por ciento) de las empresas que alcanzaron el quintil superior en términos de generación de beneficio económico entre 2001 y 2005 lograron sostenerse en esa posición durante una década. Por el contrario, el 62 por ciento de las empresas en economías con ingresos altos se mantuvo en el primer quintil a lo largo de la misma década.
Las recompensas para las empresas que logran sostenerse en lo más alto son significativas: el 10 por ciento superior en términos de creación de valor, en las economías de alto desempeño, capturó el 454 por ciento del beneficio económico neto generado por todo el mercado. Esto equivale a más de cuatro veces la proporción observada en los países desarrollados, donde el 10 por ciento superior se queda con el 106 por ciento de los beneficios netos.
Para tener otro indicio del entorno competitivo en los 18 países de alto desempeño, basta con ver la cantidad de grandes empresas que operan en estos mercados: en promedio, operaron un poco mas de 160 empresas por cada billón del PBI (en dólares estadounidenses) en 2016, en comparación con 80 empresas en otras economías emergentes y 95 empresas en países desarrollados. Las grandes empresas no solo contribuyen con el crecimiento de las exportaciones, sino que también generan otros beneficios importantes al invertir en activos, investigación, desarrollo y capacitación laboral.
El rol destacado de las grandes empresas no es un fenómeno aislado. Según el estudio de MGI, esto es posible en parte gracias a un entorno de políticas internas que estimula y fomenta la competencia, de la mano de otras políticas que promueven una agenda favorable al crecimiento que se caracteriza por un aumento de productividad, ingresos y demanda.
Sobre los autores
Anu Madgavkar es socia de McKinsey Global Institute con base en la oficina de McKinsey en Bombay.
Los administradores de activos miran hacia los mercados emergentes en Asia
Por Sid Azad, Jon Harris y Leda Zaharieva
Es hora de que las empresas en Europa y Norteamérica piensen en nuevas maneras de reactivar el crecimiento.
En la próxima década, el centro de gravedad del mercado mundial de administración de activos hará un giro radical hacia la región asiática, según las predicciones de los altos ejecutivos del sector.
En una reunión cumbre de directores ejecutivos del sector de administración de activos realizada recientemente en Londres, se hizo una encuesta en tiempo real sobre perspectivas de crecimiento. La mayoría de los participantes2 (alrededor de 100) indicó que los mercados asiáticos emergentes (que incluyen a China, pero no a Japón ni Australia) representarían más del 25 por ciento de los activos globales bajo administración para el año 2030, en comparación al 11 por ciento actual. Tal como se observa en el Gráfico 1, los mercados asiáticos emergentes ya están en crecimiento: representan el 37 por ciento de los flujos netos en los últimos cinco años (superior al resto del mundo) y, según los representantes de la industria, esta tendencia se encamina hacia un aceleramiento pronunciado.
La evolución geográfica es una de varias tendencias globales que están cambiando el curso de una industria que logró el crecimiento récord de sus activos bajo gestión en 2017, llevando el nivel de ingresos y utilidades a un máximo histórico. Otras tendencias clave son el poder adquisitivo neto y la sofisticación de los consumidores, la adopción de analítica avanzada y el surgimiento de nuevos «ecosistemas» a medida que la combinación de las herramientas analíticas, la información sobre los consumidores y los datos estimulan la creación de nuevos modelos de negocios que traspasan los límites comerciales tradicionales.
Nuestro análisis pone de relieve no solo la intensificación de la competencia entre los administradores de activos, sino también el hecho de que, tal como sucede en la mayoría de los sectores empresariales, cada es vez más difícil permanecer en la cima. Por ejemplo, la mitad de las diez firmas que lideraban el mercado de administración de activos hasta hace una década ya no están posicionadas entre los actores de primer nivel.
La presión sobre los márgenes de ganancia muestra una clara tendencia de continuidad. Según las proyecciones de la mitad de los ejecutivos que participaron en nuestra encuesta, estos márgenes continuarán disminuyendo al mismo ritmo de hoy (menos de un punto básico), mientras que la otra mitad de los participantes sugiere una caída más vertiginosa. Si los costos continúan aumentando un 5 por ciento, tal como lo indica la tendencia actual, el crecimiento de los activos proyectado para el año 2030 ya no amortiguaría otros factores que también ejercen presión sobre la rentabilidad, y los montos de rentabilidad global se reducirían a la tercera parte de su valor actual (Gráfico 2).
Los riesgos para las firmas estándar de administración de activos que focalizan sus operaciones en Estados Unidos o Europa son todavía más pronunciados.3 De acuerdo con nuestras proyecciones, para el año 2030 estos actores podrían experimentar una caída del 21 por ciento en sus tenencias de activos globales, y de 10 puntos básicos en sus márgenes de rentabilidad. Si no logran una reducción significativa de sus costos, sus beneficios operativos podrían retroceder hasta en un 83 por ciento.
Sobre los autores
Sid Azad es socio de McKinsey con base en la oficina de Londres, donde Jon Harris se desempeña como socio sénior y Leda Zaharieva es socia asociada.
Viento de frente para las economias en desarrollo que intensifican el ritmo de su automatizacion
Por Pascal Bornet, Thierry Chesnais e Ignacio Gorupicz
La automatización se ha convertido en un fenómeno global, pero las economías en desarrollo necesitan actuar con cautela respecto de los obstáculos que les impiden disfrutar de todos sus beneficios.
Las tecnologías de automatización, como el software robótico, el aprendizaje automatizado y el procesamiento de lenguaje natural, permiten nuevas modalidades para aumentar la productividad y reducir los costos tanto en las empresas que producen bienes como en las que brindan servicios. Sin embargo, el esfuerzo para lograr una ventaja competitiva a través de la automatización no es exclusivo de las empresas en economías desarrolladas. Los mercados en desarrollo, desde el sudeste asiático hasta Latinoamérica, están actuando con la misma agresividad según nuestra última encuesta sobre tendencias globales de automatización. Después de consultar a 1300 empresas de todo el mundo4, observamos que las empresas en los mercados emergentes están implementando tecnologías de automatización al mismo ritmo o incluso con mayor celeridad ̶ que sus pares en Norteamérica, Europa o la región desarrollada de Asia-Pacífico (ver gráfico).
Las empresas en mercados emergentes fundamentan este incremento de su automatización de un modo similar al de sus pares en economías desarrolladas. La preocupación por la efectividad de sus procesos comerciales (por ejemplo, en cuanto a velocidad y calidad) es el principal motivo de las empresas que procuran su automatización, según las respuestas del 28 por ciento de los ejecutivos en mercados desarrollados, y el 32 por ciento de los ejecutivos en mercados en desarrollo.
Aun así, notamos que las empresas en mercados emergentes esperan una disrupción mayor en su personal que sus pares en economías desarrolladas. Una mayor cantidad de ejecutivos en mercados en desarrollo prevé que su personal oponga resistencia a la automatización. Además, los líderes en mercados emergentes aseguran que sus equipos de recursos humanos no tienen la capacidad de gestionar las brechas de habilidades necesarias para la automatización, lo cual es esencial a medida que crece la digitalización de los espacios de trabajo.
En este contexto, detectamos varios factores que podrían generar un impulso cada vez mayor para la adopción de tecnologías de automatización en economías emergentes. Muchas empresas en los mercados en desarrollo son «nativas digitales». Eso significa que tienen que readaptar muy pocos sistemas tradicionales, como sucede en las empresas de telecomunicaciones que migran de su servicio inicial de banda ancha hacia las comunicaciones inalámbricas de alta velocidad. Otra ventaja potencial: los costos laborales de implementar la automatización son menores para las empresas en mercados en desarrollo. A su vez, como las fricciones comerciales pueden causar la reducción de las exportaciones de bienes y servicios de mercados emergentes, los gobiernos son conscientes de la necesidad de implementar la automatización para no perder competitividad global.
Tal como indicáramos en otras publicaciones, a pesar de las diferencias entre los mercados desarrollados y en desarrollo, los actores de los mercados en desarrollo necesitan pensar muy bien sus enfoques de gestión en consonancia con temas prioritarios. Sin duda, estas prioridades deberían incluir un mayor perfil estratégico de la automatización a nivel corporativo y la búsqueda de la inversión continua en tecnologías de automatización. Aprender a implementar todas estas acciones, al mismo tiempo que se mejoran las habilidades del personal y se comprenden las implicancias de la disrupción en el lugar de trabajo, será un desafío permanente —y un imperativo de gestión.
Para más información acerca de la investigación y las prioridades de puesta en práctica de la automatización, ver el articulo “El imperativo de la automatización.”
Sobre los autores
Pascal Bornet es socio asociado de McKinsey con base en la oficina de Singapur, Thierry Chesnais es socio de McKinsey con base en la oficina de Hong Kong e Ignacio Gorupicz es socio de McKinsey con base en la oficina de Buenos Aires.
Los autores agradecen a Gary Herzberg, Rohit Panikkar y Rob Whiteman por sus contribuciones a este artículo.