El nuestro es un mundo interdependiente, conectado por flujos globales de bienes, servicios, capital, personas, datos e ideas. Las cadenas de valor globales se han construido sobre estos flujos, creando un mundo más próspero. Sin embargo, a la luz de la pandemia, la invasión rusa de Ucrania y los años de crecientes tensiones entre Estados Unidos y China, algunos han especulado que el mundo está en proceso de desglobalización. Un nuevo análisis del McKinsey Global Institute (MGI) revela una realidad más matizada. El mundo sigue profundamente interconectado, y los flujos han demostrado ser notablemente resistentes durante las turbulencias más recientes. Además, ninguna región es autosuficiente. Por lo tanto, el desafío es aprovechar los beneficios de la interconexión al tiempo que se gestionan los riesgos y las desventajas de la dependencia, particularmente cuando los productos se concentran en sus lugares de origen.
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Este nuevo documento de investigación ofrece una visión de los flujos que impulsan la integración global y una evaluación de los riesgos de interdependencia y concentración y el importante papel de las corporaciones multinacionales. La investigación se basa en una evaluación exhaustiva de los flujos comerciales (30 cadenas de valor mundiales que abarcan recursos, bienes manufacturados y servicios), de capital, de personas e intangibles, así como en un análisis de alrededor de 6,000 productos comercializados a nivel mundial.
Aunque el comercio mundial se ha estabilizado, los flujos vinculados al conocimiento y el know-how están impulsando la integración mundial
Los flujos de comercio, personas, capital y datos unen al mundo, como ha documentado el MGI desde principios de la década de 2010. Durante la última década, los nuevos flujos vinculados al conocimiento y al know-how han pasado a primer plano.
El crecimiento de los flujos globales ahora está impulsado por los intangibles, los servicios y el talento. Han tomado el relevo del comercio de bienes, cuyo crecimiento como proporción de la economía global se estabilizó alrededor de 2008 después de 30 años de rápida expansión. Los flujos de servicios, estudiantes internacionales y propiedad intelectual crecieron aproximadamente el doble de rápido que los flujos de bienes en 2010–19. Dentro de los servicios, los flujos de servicios intensivos en conocimiento –incluidos los servicios profesionales, gubernamentales, de TI y las telecomunicaciones– son los que más rápido crecen. Los flujos de datos crecieron casi un 50 por ciento anual (Gráfica 1).
A pesar de la disrupción causada por la pandemia de la COVID-19, la mayoría de los flujos globales siguieron creciendo –o incluso se aceleraron– en 2020 y 2021. En general, los flujos de intangibles, comercio y capital aumentaron, y su relativa resiliencia fue esencial para sortear la agitación de la pandemia. Los flujos de datos alcanzaron máximos históricos y, de manera crucial, permitieron el trabajo a distancia y la operación continua de las empresas en un momento en que viajar era prácticamente imposible. El comercio de productos manufacturados permitió a las regiones retener el consumo mientras navegaban por las disrupciones en las bases de producción locales. Por ejemplo, las cadenas de suministro asiáticas pudieron superar la caída de la producción de las cadenas de suministro occidentales en 2020. El comercio de productos manufacturados alcanzó un nivel récord en 2021 a pesar de las nuevas interrupciones en las cadenas de suministro, incluso cuando el gasto creciente de los consumidores les exigió más. De hecho, la demanda de bienes alcanzó máximos históricos a medida que los consumidores desplazaban el gasto hacia los bienes y lo alejaban de los servicios durante los confinamientos y el distanciamiento social. En 2022, se prevé que el comercio de bienes siga creciendo más rápido que el PIB, a pesar de las nuevas disrupciones.
Ninguna región está cerca de ser autosuficiente
Todas las regiones han estado importando un 25 por ciento o más (en términos de valor agregado) de al menos un tipo importante de recursos o productos manufacturados que necesitan, y con frecuencia mucho más (Gráfica 2).
- Asia-Pacífico, incluida China, es el principal exportador mundial de manufacturas en general y el mayor proveedor de productos electrónicos, pero importa más del 25 por ciento de sus necesidades de recursos energéticos, así como bienes intermedios críticos. Los recursos energéticos de Medio Oriente y Rusia abastecen a China e India. China también importa más del 25 por ciento de sus necesidades de minerales: los corredores de minerales más grandes del mundo van desde Australia, Brasil, Chile y Sudáfrica para proporcionar los insumos para el centro de manufactura de China. Europa y América del Norte proporcionan gran parte de la maquinaria avanzada y los conocimientos técnicos intangibles que respaldan la producción de productos electrónicos avanzados, como los semiconductores.
- Europa 30 también es una región manufacturera sólida, pero importa más del 50 por ciento de sus necesidades de recursos energéticos. Antes de 2022, la mayor fuente de importaciones de recursos energéticos de Europa 30 era Rusia. Desde la invasión rusa de Ucrania a principios de 2022, las economías europeas han intentado diversificar las fuentes de gas natural fuera de Rusia. Europa también depende de otros para obtener insumos específicos para sus manufacturas. Por ejemplo, si bien Europa 30 es un importante exportador neto de productos farmacéuticos, depende de Asia-Pacífico para conseguir insumos cruciales de ingredientes farmacéuticos activos.
- Las regiones ricas en recursos, es decir, Europa del Este y Asia Central, América Latina, Medio Oriente y África del Norte (MOAN) y África subsahariana, tienden a ser importadoras netas de bienes y servicios manufacturados. Estas regiones importan productos manufacturados aproximadamente a partes iguales de Asia-Pacífico y Europa 30. Asia-Pacífico es el mayor socio de estas regiones para los flujos de productos electrónicos, textiles y metales básicos, mientras que Europa 30 es el mayor socio para los productos farmacéuticos y la maquinaria. Las regiones ricas en recursos suelen ser también importadoras netas de algunos tipos de recursos. Por ejemplo, MOAN es el mayor exportador neto de recursos energéticos, pero depende de otras regiones para obtener más del 60 por ciento de los cultivos clave que necesita para la alimentación. Antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, grandes corredores fluían hacia la región desde estos dos países. En América Latina, Brasil y Argentina son dos de los mayores exportadores de cereales del mundo, pero dependen de los flujos de fertilizantes del resto del mundo. En particular, han estado obteniendo más del 50 por ciento de sus importaciones de potasa de Rusia y Bielorrusia.
- América del Norte es un importador neto tanto de productos manufacturados como de recursos minerales; Asia-Pacífico es su principal socio para ambos. América del Norte importa alrededor del 15 por ciento de sus necesidades de consumo de productos electrónicos, y Asia-Pacífico representa alrededor del 85 por ciento de estas importaciones, repartidas aproximadamente entre China y otras economías de la región. América del Norte también importa alrededor del 10 por ciento de su consumo de minerales, nuevamente con Asia-Pacífico como su principal socio. La dependencia de América del Norte de las importaciones de minerales es aún más pronunciada cuando se analiza a nivel granular. Por ejemplo, Estados Unidos importa más del 70 por ciento de sus necesidades de consumo de más de 30 productos minerales.
Los productos cuyos origen se concentra en unas cuantas geografías existen en todos los sectores y, especialmente, en la electrónica y la minería
La concentración es una moneda de dos caras. A menudo refleja una especialización que permite aumentar la eficiencia. Sin embargo, la interrupción de los flujos comerciales concentrados puede ser especialmente disruptiva cuando es más difícil reemplazarlos con poca antelación.
El análisis del MGI de unos 6,000 productos comercializados a nivel mundial (incluidos los recursos y los productos manufacturados) sugiere que los productos cuyo origen se concentra en un número relativamente reducido de zonas geográficas se encuentran en todos los sectores y regiones y en todas las etapas del proceso de producción. Esta investigación define los productos concentrados como aquellos en el quintil superior de concentración en el que hasta tres países representan casi toda la oferta (Gráfica 3).1
Algunos productos son suministrados solo por unos cuantos lugares en todo el mundo: los "hotspots de concentración global". Estos representan una parte pequeña, pero importante, del comercio mundial –menos del 10 por ciento del valor comercializado mundial– y se originan en todas las regiones y sectores.
China exporta más del 60 por ciento de los productos más concentrados en los sectores de la electrónica y los textiles. Asia-Pacífico contribuye de manera desproporcionada a las exportaciones de minerales concentrados. El litio, las tierras raras y el grafito están especialmente concentrados, pues se extraen en gran medida de tres o menos países y se refinan principalmente en un solo país: China. América Latina y América del Norte representan la mayoría de los productos agrícolas más concentrados, en particular la soya. La mayoría de los productos médicos y farmacéuticos concentrados provienen de Europa.
Más allá de estos hotspots globales, algunos países y empresas han concentrado su dependencia en unas cuantas fuentes, incluso en el caso de productos que están ampliamente disponibles en todo el mundo. El trigo es un ejemplo. Su producción está bastante distribuida a nivel mundial, y los tres principales proveedores representan menos del 45 por ciento del suministro. Sin embargo, en el caso de los países individuales, los flujos están muy concentrados. Turquía y Egipto importaron más del 75 por ciento de su trigo de Ucrania y Rusia antes de 2022, por ejemplo.
Para gestionar los riesgos potenciales de la concentración —que surgen a nivel global, de país o de empresa—, las economías y las empresas pueden adoptar medidas de resiliencia. Para algunos productos, la diversificación de las fuentes de origen es posible, aunque puede implicar una inversión inicial importante, tiempo y, en algunos casos, mayores costos operativos. Sin embargo, para muchos productos concentrados, la disponibilidad actual limitará la oferta en el corto y mediano plazos, lo que sugiere que es probable que las interdependencias pronunciadas sigan siendo una característica de la economía mundial en el futuro previsible (veáse el recuadro: “Diversificar la huella de las cadenas de valor de los minerales modernos requiere una gran inversión a largo plazo”).
Las cadenas de valor globales han evolucionado gradualmente en el pasado, pero pueden ser moldeadas por nuevas fuerzas en la próxima década
Las cadenas de valor globales han sido durante mucho tiempo dinámicas, pero con cambios graduales en su composición. En el pasado, los países individuales ganaban (o perdían) no más de dos puntos porcentuales de cuota de exportación al año (anualizado), y las cadenas de valor cambiaban acumulativamente entre un 10 y un 20 por ciento por década (Gráfica 4).
Entre 1995 y 2008, la dirección del cambio fue casi uniformemente hacia una menor concentración y un mayor comercio interregional, a medida que la liberalización del comercio y el progreso tecnológico desencadenaban cadenas de valor verdaderamente globales. Después de 2008, aproximadamente, los patrones de los flujos comerciales divergieron. Las cadenas de valor globales que representan alrededor del 40 por ciento de los flujos comerciales, incluidos la minería, los equipos electrónicos y los productos farmacéuticos, cambiaron de rumbo y se concentraron más. Los casi dos tercios restantes se estabilizaron o siguieron haciéndose menos concentrados y más interregionales, sobre todo aquellos vinculados a muchos servicios, como los profesionales.
Ahora están surgiendo nuevas fuerzas que podrían dar forma y acelerar la próxima evolución de algunas cadenas de valor, como la de los semiconductores y los productos farmacéuticos. Impulsados por consideraciones de seguridad nacional, competitividad o resiliencia, muchos gobiernos han señalado que su objetivo es influir en la reconfiguración de algunas cadenas de valor. En el caso de los semiconductores, por ejemplo, Estados Unidos, la Unión Europea, Corea del Sur, China y Japón han anunciado medidas para reforzar las cadenas de valor nacionales. Otros movimientos para desacoplar las tecnologías y restringir los flujos de datos también podrían influir en las cadenas de valor, sobre todo en aquellas que se consideran esenciales para las prioridades estratégicas nacionales.
Los esfuerzos por aumentar la resiliencia en el abastecimiento y mejorar la capacidad de respuesta a la demanda pueden acortar algunas cadenas de suministro, haciéndolas más regionales. Las cadenas de valor de los bienes manufacturados también se verán influenciadas por la creciente automatización, la evolución de los salarios y el desarrollo de nuevos hubs intangibles. Las cadenas de valor de los servicios, en particular de los servicios intermedios, pueden profundizarse y expandirse. Existe un margen considerable para la desagregación a medida que más economías hacen la transición a los servicios. Persisten importantes diferencias salariales entre los mercados desarrollados y los emergentes en los sectores de servicios. Queda un margen considerable para liberalizar aún más el comercio de servicios: las barreras al comercio en la mayoría de los servicios son dos o tres órdenes de magnitud superiores que las de los bienes. Los continuos avances tecnológicos pueden permitir un comercio de servicios digitales más fluido.
Es posible que no se materialicen cambios significativos en algunas cadenas de valor en las que los incentivos y el potencial de reubicación son menores, por ejemplo, cuando están menos concentradas, muy regionalizadas y son muy intensivas en capital. Cualquier evolución que se produzca puede ser más lenta y estar condicionada en gran medida por el aumento de la demanda de los mercados emergentes. Los ejemplos podrían incluir la fabricación de alimentos y bebidas.
Las corporaciones multinacionales desempeñan un papel fundamental en la gestión de los flujos globales para lograr crecimiento y resiliencia en un mundo interconectado
Los flujos globales son fundamentales para el funcionamiento de las economías y de las empresas, tanto grandes como pequeñas. Las empresas dependen de la capacidad de vender en los mercados extranjeros, del buen funcionamiento de las cadenas de suministro mundiales y del acceso al capital, el talento y los intangibles que necesitan. Incluso la empresa más pequeña puede encontrar nuevas oportunidades para ampliar su integración con el mundo, gracias a los avances tecnológicos, las nuevas formas de financiamiento transfronterizo y la normativa. Las corporaciones multinacionales pueden tener una influencia desproporcionada en los flujos porque son el centro actual del sistema. Representan alrededor de dos tercios de las exportaciones y están sobrerrepresentados en sectores donde los intangibles son los más relevantes y donde la concentración es más pronunciada.
Esto los pone en el ojo del huracán actual. Se enfrentan a un orden global cada vez más disputado en el que operar en un mercado puede crear riesgos significativos en otros. Se juegan un valor significativo al garantizar el buen funcionamiento de los flujos globales. El monto en riesgo depende tanto del sector como del tipo de empresa, pero es probable que sea sustancial para todas. Para dar un ejemplo, si una multinacional manufacturera típica del sector automotriz experimenta impactos simultáneos que le impiden asegurar los flujos globales que necesita, podría estar en riesgo entre el 40 y el 60 por ciento de su valor empresarial.
Como actores fundamentales de los flujos globales, las multinacionales están en la primera posición para dar forma al futuro a favor del crecimiento y la prosperidad. Pueden considerar actuar en tres áreas:
- Buscar oportunidades de crecimiento. Las empresas que siguen invirtiendo mucho en los flujos globales pueden encontrar nuevas oportunidades de crecimiento. Las ventajas son proporcionalmente mayores para las multinacionales, pero también existen para las empresas más pequeñas. Para las multinacionales intensivas en conocimiento, un mayor compromiso con las nuevas fuentes de flujos de intangibles y de capital humano puede desbloquear una ventaja competitiva más profunda. En algunos casos, estos flujos pueden desbloquear nuevos modelos de negocio en sectores que antes estaban menos impulsados por los flujos de conocimiento, transformando así los modelos de negocio de bienes en los de servicios.
- Desarrollar la resiliencia de sus propias organizaciones. Las empresas pueden explorar maneras de fortalecer la resiliencia de sus organizaciones, no solo al tener cadenas de suministro estables para acceder a los insumos que necesitan, sino también en su capacidad para operar en múltiples mercados extranjeros. En cuanto a lo primero, la transparencia en las cadenas de suministro y la planeación de escenarios pueden permitir a las empresas comprender áreas potenciales de riesgo en las que la diversificación podría ser una prioridad. En algunos casos, la diversificación puede no ser factible y, en cambio, las empresas podrían considerar desarrollar relaciones privilegiadas con proveedores, crear inventarios estratégicos o ambas cosas. En otros casos, desarrollar capacidades para rediseñar productos y sustituir los insumos requeridos puede ser la mejor protección contra la exposición al riesgo de disrupción. Los fabricantes de vehículos eléctricos, por ejemplo, se están alejando cada vez más de las baterías basadas en el cobalto y están integrando verticalmente algunas fuentes de minerales. Para servir a los mercados extranjeros, es posible que se requiera la localización de las operaciones, la innovación, los datos y la tecnología, o incluso el nacimiento de nuevas empresas a partir de otras ya existentes (spin-offs).
- Encontrar oportunidades para forjar la resiliencia a nivel de sistema. Las corporaciones multinacionales pueden aprovechar su papel central en los flujos globales para forjar la resiliencia sistémica a través de asociaciones público-privadas o del sector privado, que pueden permitir que los sistemas se vuelvan más resistentes que si las empresas actuaran por su cuenta. Las empresas más pequeñas pueden considerar actuar en conjunto con asociaciones comerciales u otros grupos. Estas alianzas pueden ayudar a prevenir y responder a las crisis.
Negociar una era que puede ser más compleja y desafiante requiere una comprensión más profunda del panorama completo de los flujos globales, sus redes y evolución, y los posibles escenarios para el futuro. Al observar toda la gama de flujos globales, queda claro que el mundo no está en proceso de desglobalización por defecto, sino que las conexiones globales se están reconfigurando. Las empresas que reimaginan, en lugar de retirarse de la interconexión, pueden remodelar las cadenas de valor de manera que contribuyan tanto al crecimiento como a la resiliencia.